TRATAMIENTO CON YODO RADIOACTIVO (I)

Nociones básicas

Los dos tipos más comunes de carcinomas de tiroides, los papilares y los foliculares, surgen de las células foliculares de la tiroides que captan yodo de nuestro organismo y lo utilizan para producir tiroglobulina y hormonas tiroideas. Al tratarse de las únicas células de nuestro organismo que absorben yodo, el yodo radioactivo o radioyodo se convierte en un vehículo muy eficaz para la terapia metabólica.

Se administra mediante una cápsula y sólo destruye los tejidos tiroideos a los que se incorpora, sin dañar ningún otro órgano. El resto se va eliminando de forma natural durante los días siguientes.  Las partículas de radiación beta del  131I, al que llamamos radioyodo o yodo radiactivo,  tienen un alcance de 2mm y actúan durante largo tiempo de una forma constante.

Llamamos tratamiento ablativo al primero que se realiza tras la tiroidectomía. Su objetivo es  reducir las posibilidades de recidiva al eliminar los restos de tejido tiroideo que hubiera podido quedar tras la intervención quirúrgica. Este puede ser tanto a tejido tiroideo sano residual que queda tras la operación como patológico (ganglios linfáticos ya afectados por células de cáncer de tiroides, entre otros). Como objetivos complementarios, verás más adelante que ayuda a concretar el perfil de riesgo y mejora la capacidad diagnóstica de los marcadores que se utilizan durante el seguimiento. Se realiza antes de 6 meses de la tiroidectomía en todos los pacientes de riesgo medio-bajo, medio o alto, pero como veremos más tarde, actualmente se tiende a evitar en pacientes de muy bajo riesgo.

Es posible que en casos de enfermedad residual o recidivas por persistencia de enfermedad locorregional o metástasis a distancia haya que recurrir a más de un tratamiento con yodo radioactivo.

La cantidad de radioyodo que se administra en el tratamiento se expresa en términos de actividad como Ci (Curio).

Todos los tratamientos con radioyodo deben solicitarse al servicio de Medicina Nuclear y requiere una evaluación y unos pasos  a seguir. En concreto, el proceso comprende los siguientes pasos:

  1. Una preparación previa del paciente para conseguir una mayor efectividad del tratamiento de yodo radioactivo. Además hay que verificar que no se está embarazada y que no se ha estado expuesto recientemente a contrastes yodados como en los escáneres o rayos-x.
  2. En los casos de dosis superiores a 30 mCi, para su administración en condiciones de seguridad, debe suministrarse en habitaciones plomadas en las que debes permanecer aislados unos pocos días mientras vas eliminado el yodo radioactivo antes de poder salir al exterior.
  3. Por último, durante un tiempo variable que dependerá de la dosis administrada, precisarás también de unas medidas de radioprotección durante y tras el tratamiento con el fin de garantizar tu seguridad y la de las personas de tu entorno mientras dura la eliminación completa del 131I.

Después del tratamiento aprovecharán para realizarte una prueba de imagen, el Rastreo Corporal (RCT) que será decisivo para valorar el tratamiento posterior a seguir.

Esto es posible gracias a que durante su desintegración, el radioyodo emite, además de la radiación beta, una radiación gamma que facilita realizar pruebas diagnósticas de imagen, como el Rastreo Corporal Total (RCT) o las Tomografías (SPECT o SPECT-CT). Estas técnicas  van a permitir  localizar las zonas donde quedarían restos de células tiroideas  y, por tanto, los posibles focos de aumento de captación patológica del radioyodo administrado (aunque también la fisiológica habitual por lo que siempre deben ser interpretadas por un experto).

Gracias a esta característica, el 131I también puede utilizarse, durante el seguimiento, para realizar solo rastreos diagnósticos cuando existen dudas con la interpretación del marcador analítico (tiroglobulina), pero en esos casos se utiliza en dosis mucho menores (2-10 mCi).

 

Carlos Sánchez Juan

Endocrinología y Nutrición

Hospital General Universitario de Valencia