Doctor, tengo acromegalia, explíqueme…

1¿Qué es la acromegalia?

La acromegalia es una enfermedad endocrina rara producida por una secreción excesiva de la hormona del crecimiento o GH, que tiene su origen en la mayoría de casos en la hipófisis o glándula pituitaria. Generalmente se produce como consecuencia de un tumor benigno que incrementa de manera exagerada la producción de dicha hormona. Se ha estimado que existen entre 40 y 50 pacientes con acromegalia por cada millón de habitantes.

La acromegalia produce aumento de los huesos y partes blandas, especialmente en zonas acras (de ahí su nombre) y puede condicionar aumento de la talla de zapato por crecimiento de los pies, de las manos, y modificaciones en los rasgos faciales como aumento de la nariz, los labios, la mandíbula (prognatismo), la lengua, diastema dentario, etc. En general los rasgos se vuelven más gruesos y toscos. También pueden crecer órganos internos como el corazón o el tiroides. Sigue leyendo

Papel del yodo

“podemos vivir sin muchos elementos pero no podemos vivir sin yodo”

         Es importante saber que las hormonas tiroideas tienen una característica única en el organismo y es que, en su composición, entra el yodo. Y esto es un hecho crucial porque si el organismo no dispone de yodo el tiroides no puede producir hormonas.

         De hecho, la hormona TSH de la hipófisis, lo que hace al llegar a la glándula tiroides es estimularla para que capte más yodo del cuerpo, yodo que transforma en  hormonas T3 y T4 que envía al torrente sanguíneo.

         Podemos vivir sin muchos elementos pero no podemos vivir sin yodo. Esa es la razón por la que en muchos países se incorpora obligatoriamente yodo a la sal de mesa. Es una manera muy simple y económica de evitar mayores perjuicios en las zonas en donde falta el yodo.

         De forma natural el yodo lo incorporamos a través de nuestra alimentación ya que se encuentra en la naturaleza especialmente en el agua y en el aire del mar, algas marinas, peces y mariscos y algunos alimentos vegetales como la espinaca, el brócoli, el ajo o la cebolla. En las zonas costeras y en las zonas en que existe una alimentación variada, el aporte de yodo supera el mínimo necesario pero existen zonas montañosas y del interior donde la cantidad de yodo es baja pudiéndose producir problemas para la síntesis de hormonas tiroideas.

         En España, las zonas endémicas con niveles tradicionalmente bajos en yodo, son: Galicia, Santander, Andalucía (Alpujarras, Jaén, Málaga), Asturias, Cataluña (Garrotxa, Pirineo Catalán), y Aragón (Los Monegros)

         El yodo se toma como yoduro y en el intestino se reduce a yodo iónico y éste se absorbe rápidamente. El yodo que ingresa en el organismo es atrapado de forma muy eficaz por el tiroides.

         No todo el yodo se fija en el tiroides, parte de él se elimina por la orina, parte se elimina por la saliva, parte por la mucosa gástrica y una parte pequeña se elimina por la leche materna durante la lactancia, el suficiente para que el niño también tenga su ración de yodo.

         Esto es esencial entre otras cosas para evitar los casos de cretinismo endémico ya que, como hemos dicho, una de las funciones básica de las hormonas tiroideas es intervenir en el desarrollo del sistema nervioso. Si un embrión se desarrolla sin yodo y, por tanto, sin tiroxina, el niño nace con un desarrollo mental muy deteriorado, deterioro que además es irreversible, no tiene arreglo. Igualmente, la falta de yodo limita intelectualmente a los niños, especialmente, en sus 2-3 primeros años de vida dado que es entonces cuando el cerebro desarrolla sus conexiones internas de forma especialmente intensa.

         Además, numerosos otros trastornos tiroideos además del hipotiroidismo se atribuyen comunmente a la deficiencia de yodo, como el bocio o los nódulos. Por esta razón la ingesta diaria de yodo es el mejor método para la prevención de estos problemas y en los periodos en que se requiera una cantidad mayor de yodo, por ejemplo el embarazo y la lactancia, se recomienda vigilar los niveles adecuados.

         En este sentido, el Consejo Internacional para el Control de los Trastornos por Deficiencia de Yodo (ICCID), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unicef emitieron las siguientes cantidades diarias recomendadas en microgramos (µg) de yodo:

       Niños de 0 a 7 años de edad: 90 µg/día

       Niños de 7 a 12 años de edad: 120 µg/día

       Mayores de 12 años de edad: 150 µg/día

       En el embarazo y al amamantar: 200 µg/día

         El yodo también es importante en el tratamiento del cáncer de tiroides porque, al ser las células del tiroides las únicas de todo el organismo que captan el yodo, éste se convierte en un vehículo privilegiado, para poder radiar de forma discriminada las células de tiroides cuando se ha detectado un tumor maligno en el mismo.

 

Carlos Sánchez Juan

U. Endocrinología y Nutrición

Departamento Valencia-Hospital General

Universitat de València