COVID-19 Y NUTRICIÓN

¿Qué podemos hacer desde la Nutrición frente al COVID-19?. En este breve artículo expondremos el papel de la Nutrición frente a la COVID-19 junto a algunos datos clínicos y epidemiológicos de la enfermedad.

La COVID-19 es la infección por un coronavirus recientemente descubierto. Tanto el virus como la infección eran desconocidos antes del brote de Wuhan (China) en diciembre de 2019.

La propagación de COVID-19 se da mayoritariamente de persona a persona a través de gotículas que salen al toser o hablar por boca o nariz. También es posible el contagio por tocar superficies contaminadas y posterior contacto en ojos, nariz o boca.

El 80% de la población infectada por COVID-19 se recupera sin necesidad de ingreso hospitalario. No obstante, se ha establecido que ser varón, padecer enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes, obesidad, cáncer…) y la edad avanzada son factores de riesgo y peor pronóstico.

La COVID-19 afecta de distintas maneras en función de cada persona. La mayoría de los afectados presentan síntomas de intensidad leve o moderada, y se recuperan sin necesidad de hospitalización. Otros en cambio presentan un cuadro clínico de mayor gravedad que requiere de medidas hospitalarias más intensivas, que e incluso puede llegar a comprometer la vida de quien lo contrae en los casos más severos.

Figura 1. Síntomas de infección por COVID-19. Fuente: Wikipedia

Según la información publicada por el Ministerio de Sanidad de España, a fecha 16 de septiembre de 2020, los datos son: 614.360 casos en España y casi 30 millones en todo el mundo. El total de fallecidos en España es de 30.243, con un total de 926.544 en todo el mundo.

Por tanto, la infección por COVID-19 puede afectar a nuestra salud y es potencialmente mortal. Así pues, además de las medidas de prevención conocidas de higiene y distanciamiento social, ¿qué podemos hacer desde el punto de la Nutrición?. Por orden de importancia, los puntos más relevantes son los siguientes:

1. Mantener un estado nutricional saludable. Evitar la obesidad y la desnutrición.

La obesidad es un factor de riesgo para muchas enfermedades (cáncer, diabetes, artrosis…), incluido la COVID 19, resultando en un peor pronóstico de la enfermedad. De hecho, el 80% de los pacientes con enfermedad grave por COVID-19 tenían obesidad, siendo esta un factor de riesgo independiente, al margen de, por ejemplo, la edad. La obesidad promueve un entorno proinflamatorio que agrava en la mayoría de los casos la infección por COVID-19.
Respecto a la desnutrición, esta se da más habitualmente en pacientes ingresados de larga estancia. El menú del hospital, sumado a las pruebas diagnósticas que requieran ayuno o la propia infección por COVID-19 (que reduce el apetito y produce fiebre, aumentando el gasto calórico basal) son factores que promueven la desnutrición aguda. También pueden estar presentes en el cuadro infeccioso que nos ocupa las náuseas, vómitos o diarrea, a lo que se sumaría una pérdida de olfato y sabor, reduciendo el placer de comer. Incluso en los pacientes leves, que no requieren ingreso, es habitual una disminución de 8-10 kg de peso corporal. No olvidemos que resulta posible ser obeso y estar desnutrido al mismo tiempo, cuadros ambos que derivan en un peor pronóstico.

2. Dieta mediterránea.

No existe una dieta preventiva frente a la COVID-19, tampoco una dieta óptima para pacientes infectados. En el primer supuesto es adecuada la dieta mediterránea en el contexto de una dieta normo-, hipo- o hipercalórica, según el caso. Para los pacientes infectados, si están en normopeso o bajo peso, será necesario una dieta hipercalórica e hiperproteica (Entre el 15% y 20% de las calorías ingeridas deberán ser de proteínas de alto valor biológico), añadiendo además calcio y vitamina D, si presentan déficit, para paliar la pérdida de masa muscular y ósea asociada al proceso.

En la práctica, todo esto se traduce en COMER MÁS legumbres, frutas, hortalizas, frutos secos y alimentos integrales. A ser posible con alimentos de temporada y proximidad.
También será necesario COMER MENOS sal, azúcares, grasas saturadas y trans, carnes rojas y embutidos, así como alimentos muy procesados.
Además, todo esto debe acompañarse del uso preferente de aceite de oliva virgen como aceite de cocina y agua como bebida principal.

En la actualidad, no hay casos registrados de transmisión de COVID-19 por alimentos. El virus no puede multiplicarse en los alimentos, aunque estos pueden ser vehículo del mismo.

3. Suplementos y alimentos especiales.

Los suplementos o alimentos mágicos no existen, tampoco para la COVID-19. Solo en el caso de que estemos haciendo bien los puntos anteriores (estando en normopeso o en dieta para llegar al mismo) podremos incorporar a nuestra alimentación algunos micronutrientes de interés.
Ni alimentos como el ajo, cebolla, jengibre o limón, ni suplementos como la lactoferrina o los probióticos ni micronutrientes como las vitaminas C, D, A, Magnesio o Zinc son útiles. Si bien es cierto que las vitaminas C y D o el mineral Zinc tienen su papel en el buen funcionamiento del sistema inmune, sobredosificar estos compuestos más allá de las necesidades diarias no ofrece ni protección frente a la COVID-19 ni un mejor pronóstico en los pacientes infectados. Mención aparte merece la vitamina D, por su acción inmunomoduladora y alta prevalencia de estados carenciales en nuestro medio. Pero aún y así, no se aconseja suplementar de manera sistemática a la población con vitamina D, salvo en los casos de mujeres gestantes o lactantes.

4. Aspectos no nutricionales pero relevantes: actividad física, vida activa y social para mantener buen estado mental

Al margen de las acciones a nivel nutricional comentadas, será necesario mantener una actividad física diaria de 30 minutos, combinando el ejercicio aeróbico y de cargas para el buen mantenimiento de los sistemas cardiovascular y osteomuscular. También será importante la vida social mediante el contacto con nuestros familiares y amigos, respetando las medidas de higiene recomendadas y por todos conocidas.
Será necesario limitar el estrés, enemigo del sistema inmune, por el poder inmunosupresor del cortisol y utilizar medidas para su control o liberación, como puede ser la propia actividad física o la fitoterapia (valeriana, amapola de california, pasiflora o espino blanco), entre otros.

En resumen, el papel de la Nutrición frente a la COVID-19 se basa en conocer el orden jerárquico de los factores que más influyen y que son: 1) Normopeso 2) Dieta mediterránea y 3) Asegurarse la correcta ingesta diaria de micronutrientes como las vitaminas C, D, A y Zinc.

Aclaraciones:
– Se entiende por normopeso la cifra de IMC (Índice de masa corporal) comprendida entre 18,5 kg/m2 y 24,9 kg/m2. Este valor se obtiene dividiendo el peso en Kg entre la altura en metros.
– El alto valor biológico de las proteínas se mide por la riqueza de aminoácidos esenciales. En general, los alimentos de origen animal son mejores fuentes de proteínas de alto valor biológico. También pueden obtenerse proteínas de alto valor biológico de fuentes vegetales mezclando, por ejemplo, legumbres y cereales.

Antonio Alfonso García
Farmacéutico y Dietista-Nutricionista
Graduado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos
Máster en Calidad y Seguridad Alimentaria
Estudiante de Grado en Medicina (sexto curso)