Estudio de la glándula tiroides

Ecografía tiroideaLas enfermedades de la glándula tiroidea son importantes dada su prevalencia e importancia pronóstica en algunos casos, como en el nódulo tiroideo. Sus causas van desde las originadas por déficit nutricionales (déficit de yodo), las autoinmunitarias (enfermedad de Graves-Basedow, tiroiditis de Hashimoto, etc.) y neoplásicas, entre muchas otras. La patología tiroidea puede presentarse con hormonas tiroideas normales (normofunción tiroidea o eutiroidismo), con hipofunción tiroidea o hipotiroidismo (T4L y T3L disminuidas con TSH variable según el origen) o como hiperfunción tiroidea o hipertiroidismo (T4L y T3L elevadas con TSH elevada, normal o suprimida según su etiología). Para determinar los niveles hormonales es imprescindible un análisis sanguíneo.

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Disfunciones tiroideas

Si no tienes las concentraciones adecuadas de hormonas tiroideas tu organismo no funcionará correctamente.

Para que nuestro organismo funcione correctamente es muy importante tener las concentraciones adecuadas de hormonas tiroideas (T3 y T4). Cuando éstas no son las adecuados hablamos de que existe una disfunción tiroidea.

Si la glándula tiroides es hipoactiva, no produce suficientes cantidades de hormonas tiroideas y los procesos metabólicos son más lentos por lo que el cuerpo se ralentiza y se dice que existe hipotiroidismo.

El hipotiroidismo es la enfermedad más frecuente de la glándula tiroides. Los síntomas más frecuentes son: debilidad, calambres musculares, cansancio, somnolencia,  retraso psicomotor, disminución de la memoria, concentración deficiente, olvidos, malhumor, irritabilidad, sordera, depresión, aumento de peso por retención de líquidos, infertilidad, estreñimiento, disfonía, nerviosismo, alteraciones en los ciclos menstruales, periodos abundantes, disminución de la frecuencia del latido cardíaco, intolerancia al frío, piel fría, seca, áspera y rugosa, frecuentemente con aparición de un color amarillento debido a la acumulación de carotenos, cabellos secos, caída del cabello, hinchazón de los párpados y cara, ronquera y tos o faringitis persistentes.

Si, por el contrario, se tiene demasiada hormona tiroidea en la sangre, el cuerpo trabaja más rápidamente. Estaríamos ante un caso de hipertiroidismo.

Los síntomas más frecuentes de hipertiroidismo son: nerviosismo, debilidad, aumento de la sudoración, intolerancia al calor, palpitaciones, insomnio, pérdida de peso, puede presentar diarreas, temblor de manos, fatiga, sudoración excesiva, molestias oculares, ansiedad, en mujeres menstruaciones escasas o ausentes (amenorrea). También pueden aparecer manifestaciones cutáneas y oculares.

Por último, se habla de eutiroidismo, cuando la glándula tiroides funciona con normalidad, lo que se traduce en que existe la cantidad adecuada de hormonas tiroideas en el torrente sanguíneo.

Es frecuente que la disfunción de la tiroides pase desapercibida en muchos pacientes durante un largo periodo debido a que los síntomas no indican un diagnóstico claro. Un periodo de depresión, el embarazo y la menopausia pueden enmascarar los signos de dicha disfunción. Por lo tanto, si experimentas alguno de estos síntomas, tanto de hipertiroidismo o hipotiroidismo, pide a tu médico que te realice una prueba de sangre. Una analítica será suficiente para determinar la concentración de hormona TSH estimulante del tiroides que, a su vez, puede indicar cualquier disfunción potencial.

Para tu tranquilidad te diremos que el tratamiento de los trastornos del tiroides está bien establecido y es altamente efectivo; para ello, recurre cuanto antes a tu endocrinólogo. Además es importante conocer y analizar el origen de esta disfunción, entre las que podemos destacar:

Falta de yodo en la dieta (bocio).

Enfermedades del sistema inmunológico.

Inflamaciones del tiroides (tiroiditis).

Nódulos tiroideos.

Y en un porcentaje mínimo a enfermedades causadas por tumores.

 

Carlos Sánchez Juan

U. Endocrinología y Nutrición

Departamento Valencia-Hospital General

Universitat de València